De a poco van perfilándose las batallas que acontecerán antes del enfrentamiento central en 2019. Internas partidarias para dirimir la conducción de las agrupaciones más tradicionales, discusiones para resolver las postulaciones bajo el sistema electoral que más convenga en la ocasión y peleas para ver cuán profundo limitar el número de acoples aparecen entrelazados en las rencillas de los principales espacios políticos tucumanos. Aún más, la resolución de estos procesos puede indicar qué caminos se recorrerán antes de las elecciones generales del próximo año.
Antes de pensar en los comicios, el radicalismo y el justicialismo deberán renovar sus autoridades partidarias. Y aunque algunos traten de minimizar esa situación, se avecinan meses tormentosos en ambas agrupaciones.
En Catamarca al 800
El distrito local de la Unión Cívica Radical viene de un antecedente traumático en 2016. Ese año, José Cano quiso esquivar las salpicaduras de una interna con el espacio del legislador Ariel García, pero los disidentes le recordaron siempre que detrás de Julio César Herrera estaba él. El triunfo del canismo nunca estuvo en dudas, pero el proceso electoral interno dejó a Cano con varios magullones.
¿Qué hará a finales de este año el actual diputado? En 2016, aún a cargo del Plan Belgrano, entendió que su lugar de líder de la oposición era indiscutido y que debía estar por encima de las rencillas de entrecasa. Hoy, esa situación cambió. Cano es discutido como líder de la alianza Cambiemos en Tucumán por algunos de sus socios de otros espacios y también por varios correligionarios. Es decir, ya no sólo Ariel García le gritonea, sino también la senadora Silvia Elías de Pérez busca mayor poder para su línea interna. El freno que le impusieron a Cano en las primeras reuniones para discutir una postura común sobre la reforma política da cuenta de ese nuevo escenario. Es más, las principales líneas internas están decididas a jugar en esa contienda: los Boina Blanca, de García; La Pisarello, de Fernando Valdez; La Celestino, ligada a Cano; y los Radicales en Acción, de Elías de Pérez.
Así las cosas, el resultado de la disputa por el manejo del partido puede ser central para entender el rol que tendrá la UCR dentro de la mesa provincial de Cambiemos, el órgano en el que se pretenden discutir muchas de las reglas de convivencia macrista para 2019. La Convención Provincial del radicalismo, por ejemplo, debería aprobar la conformación de alianzas de ese partido para los comicios, y quien maneje ese órgano tendrá una llave importante para negociar cómo y con quiénes acordar.
El desenlace de esta batalla abre además otra ventana de discusión. Dentro de Cambiemos ya hay dirigentes que adelantaron sus intenciones de dirimir las postulaciones para los cargos ejecutivos provinciales mediante Primarias Abiertas. Una idea similar se está gestando en Santa Fe (con internas entre el radical José Corral y el macrista Luciano Laspina) y en Córdoba (entre el amarillo Héctor Baldassi y los radicales Mario Negri, Ramón Mestre y Luis Juez). En Tucumán, desde la Coalición Cívica que fogonea a Alfonso Prat Gay, pasando por algunos radicales como Elías de Pérez y hasta el peronista Domingo Amaya se entusiasman con la posibilidad de resolver las candidaturas en internas.
La duda pasa por el texto de la Ley 5.454, ya que la norma establece que para la elección de sus candidatos, los partidos o frentes electorales deben celebrar una elección interna cerrada; es decir, de la que sólo pueden participar los ciudadanos ligados a esas agrupaciones (“siempre que se encuentren afiliados al respectivo partido o partidos integrantes del frente o alianza”, reza el texto). De ahí que cobre importancia contar con un sello partidario para sentar posición dentro de la mesa de Cambiemos. En ese hipotético caso surgen opiniones divididas: hay quienes creen que los órganos partidarios son soberanos y que cada partido o alianza puede definir qué mecanismo de votación usar, por lo que allí se podría zanjar esa disyuntiva; y está la chance de llevar como propuesta de reforma a la Legislatura una modificación normativa que permita las internas abiertas para cargos provinciales.
En Virgen de la Merced al 100
En el peronismo tucumano el pronóstico es aún más cargado y presenta más nubarrones, porque en abril de 2019 finaliza un nuevo mandato de Beatriz Rojkés de Alperovich como presidenta.
Por costumbre, el sello del Partido Justicialista siempre está en manos de quien gobierna y así lo recordó la semana pasada el presidente subrogante de la Legislatura, Fernando Juri. El ex vicegobernador, que perdió la interna con Rojkés en 2007, admitió que hay sectores del partido que ven como natural un reacomodamiento del PJ bajo la figura del gobernador, Juan Manzur, o del vicegobernador, Osvaldo Jaldo. Aclaró, además, que no necesariamente debía ser el propio Manzur el presidente, sino alguien de su esquema político.
Como en casi todo, la incertidumbre se posa sobre la figura del mandatario tucumano. ¿Querrá Manzur quitarle el partido a la esposa de José Alperovich? En su entorno aseguran que las diferencias del año pasado sirven de anticipo para presagiar lo que finalmente hará. Recuerdan que el gobernador la cruzó públicamente y le reclamó prudencia luego de que la ex senadora denunciara un uso político de la muerte del ex fiscal Alberto Nisman. También, advierten que quedó muy molesto con Rojkés porque la titular del PJ organizó en noviembre una visita de Cristina Fernández de Kirchner a Tucumán, justo en pleno proceso de deskirchnerización impulsado por Manzur.
Con esos antecedentes, saber si el gobernador pretende o no hacerse del manejo del Partido Justicialista daría un indicio concreto de lo que finalmente hará en 2019: buscar la reelección sin importarle lo que opine su jefe político, o devolverle el liderazgo del peronismo tucumano y firmar su propio retiro político.